Componedores de Bateas:

Pasados, Presentes y Aspirantes

Por: Alberto Luzárraga

 

La posición estratégica de Cuba siempre ha sido fuente de ventajas y problemas. Entre los problemas figura el de exceso de consejos. No hay como ser encrucijada para que muchos visitantes lleguen y opinen.

Que opinen es inevitable. A fin de cuentas podemos o no acoger las opiniones. El problema es cuando los consejeros tienen pretensiones de que sus ideas se apliquen, aunque sean producto de una visita rápida o de una información deficiente. Usualmente las ideas son presentadas como la "solución a un problema" y se presentan a un jefe de estado a quien se quiere influir.

Son consejeros con pretensiones de protagonismo o como se dice en criollo "componedores de bateas." *

Hace unos meses una comisión del Council of Foreign Relations (CFR) emitió un informe, visitó a Cuba y celebró la cena de rigor con Castro a altas horas de la noche. Nada nuevo, Castro ha recibido más visitas de políticos y "expertos" norteamericanos que ningún gobernante en activo.

Tampoco es nuevo que la gestión no haya prosperado.

Pero vale la pena estudiar la anatomía de esa gestión a la luz de nuestra historia porque los intentos de "resolvernos" los problemas basándose en comités van a continuar.

Mirando las cosas desde un punto de vista histórico la forma correcta de evaluar tanto consejo es analizarlo fríamente y además examinar de quien viene.

Así sabremos si el consejo es bueno y si los consejeros tienen o no un buen historial de éxito en sus prédicas. Para ello es bueno repasar un poco la historia de Cuba en sus relaciones con Estados Unidos y el papel que han jugado algunas instituciones y personas.

 

  1. El Pasado.

El pasado nunca es igual al presente pero contiene ejemplos de algunos "consejeros" que hicieron sentir su peso sobre Cuba y resultaron entrometidos de gran calibre que no resolvieron sino complicaron la situación del país.

Mi búsqueda me condujo a la crisis del 33, época que produjo grandes cambios en Cuba y por ello es históricamente pertinente al momento que se avecina.

Y di con una publicación del CFR que relataba las gestiones de Sumner Welles en Cuba en el año 33. Cual no sería mi sorpresa al observar que el presidente honorario del CFR en aquella época era Elihu Root.

Fue una buena referencia porque me centró en estudiar el papel que han desempeñado en la historia de Cuba dos grandes entrometidos e intromisiones y como la primera generó muchos de los problemas que llevaron a la segunda.

¿Quién fue Elihu Root? Fue ni más ni menos que el autor de la célebre Enmienda Platt porque el Senador que le dio su nombre sólo cumplió con presentarla al Congreso de la Unión. Era Root una persona muy estimada en el país por sus conocimientos jurídicos, un abogado de renombre que ocupó diversos cargos entre ellos el de Secretario de Guerra en la administración de McKinley. Más adelante fungió como Secretario de Estado y hasta recibió el Premio Nobel de la Paz en 1912. Entre las cosas que se le acreditan para dicho premio fue su actuación para organizar la administración en Cuba y Filipinas después de la guerra hispano/cubano/americana. Todo lo cual nos prueba que las cosas se ven diferentes según uno lleve puestos o no los zapatos del otro.

La Enmienda Platt fue una aplicación práctica de un punto de vista. Ha tenido infinidad de interpretaciones en cuanto a su motivación. Lo tradicional ha sido endilgarle el epíteto retórico de "imperialista" que, aparte de estar ya más que gastado por el uso marxista, no sirve para gran cosa como análisis psicológico y práctico.

Más útil es interpretar lo que pasaba por la mente de Root. Aparte de defender intereses que le exigían garantías, Root pensaba como abogado acostumbrado a hacer contratos para empresas y bancos.

Esta mente se dice:

"Si un deudor acepta un crédito debe comportarse en cierta forma. Si se acepta una inversión también se tienen obligaciones. Si el acreedor o inversionista tiene dudas sobre la experiencia de la administración hay que tomar medidas para limitar su campo de acción. No se le puede permitir endeudarse en exceso ni mal administrar la empresa. De lo contrario se toman medidas y se cambia la administración". Y por eso la enmienda restringía el endeudamiento externo de Cuba que no debía exceder su capacidad de amortizarlo y permitía la intervención si ocurrían desórdenes internos.

Y a cambio se prometía un tratado comercial con la consiguiente inversión americana que estaba implícita. Era una mentalidad encaminada a "mantener los negocios en paz". Cuba produciría azúcar, los Estados Unidos la comprarían, a buen precio y con bajas tarifas, bajo un tratado comercial bilateral y venderían a Cuba sus manufacturas. La idea tenía una fría lógica comercial que parecía aceptable a los congresistas americanos que la aprobaron. (La enmienda se originó como ley del Congreso de la Unión que se exigió adicionar a la Constitución de Cuba.)

Comercialmente pudiera haber tenido lógica pero políticamente estaba terriblemente mal ubicada en cuanto a la realidad. ¿Cuál era esa realidad?

Una sangrienta guerra de treinta años, un gran sacrificio de una clase cubana empresarial arruinada, unos enemigos que se habían hecho con muchas de sus propiedades confiscadas por el gobierno español, enemigos que fueron confirmados en su posesión injusta por el Tratado de París entre Estados Unidos y España (en el cual Cuba no fue parte ni signataria) y un pueblo pobre y descapitalizado que pensaba: ganamos, pero perdimos porque los guerrilleros que lucharon con España y los que vieron la guerra sentados y neutrales están o impunes o ricos.

El único negocio a que podían aspirar los criollos sin capital era el "gobierno" y la enmienda sólo creó un recurso más a utilizar para ver quien triunfaba en la lucha por el poder. Durante el debate en el Congreso algunos lo vieron claramente. El Senador Morgan, hombre honrado e inteligente, vaticinó con precisión sus efectos. Apuntó que en la política siempre hay ganadores y hay perdedores que acusan a los que ganan de fraude, violencia etc. Dada la naturaleza humana, la tentación de provocar desórdenes para perjudicar al enemigo es plato demasiado suculento para ser pasado por alto. Ocurrirán dijo, y ocurrieron.

La lucha, además, estaba transida de un sentimiento de frustración por ambas partes y esos polvos trajeron lodos más adelante.

Y así, falló en su lógica "estabilizadora" Elihu Root inteligente abogado y pésimo estudiante de la historia y la sociología cubanas. Root, como muchos hombres inteligentes, era persona aferrada a sus criterios cuando le parecían correctos y no se cuidaba de preguntarse si le faltaban datos y aun más que datos, no se cuidaba de entender como era un pueblo. Que yo sepa, en esa época, nunca visitó a Cuba y se guió por lo que le decía el gobernador militar de la isla.

La enmienda de marras lejos de crear estabilidad creó inestabilidad para Cuba y grandes dolores de cabeza para los Estados Unidos. Desembocó en la crisis de 1933 que intentó solventar otro emisario con ideas muy particulares, que también andaba muy mal ubicado.

Se trataba de Sumner Welles, distinguido diplomático, amigo personal y enviado de Roosevelt para resolver la crisis cubana. Crisis provocada no solo por el Machadato sino, tanto o más, por políticas económicas que se daban de cachetadas con las premisas que usó Mr. Root para imponer la enmienda.

En efecto, explicamos como la fórmula de Root se suponía que garantizaba ciertos intercambios comerciales que eran la base del "protectorado" impuesto por la enmienda. Pero las circunstancias erosionaron ese arreglo.

Las posesiones insulares de Estados Unidos, (Hawaii, Filipinas y Puerto Rico) también producían azúcar y reclamaron su parte. Según el informe del CFR mencionado,* en el período comprendido entre 1922-1926 Cuba suministró el 56% del azúcar vendido en Estados Unidos y en 1932 sólo el 26%. Las posesiones insulares mientras tanto habían subido del 23% al 48%. La tarifa sobre los azúcares cubanos había subido de 1 centavo la libra a 1.6 cts. en 1921, en 1922 a 1.72cts. y a 2 cts. en 1930. Las compras americanas de productos cubanos bajaron de $376 millones en 1923 a $58 millones en 1932.

¿Y de la deuda qué? Pues Cuba se endeudó, y fuertemente, como suelen hacer los gobiernos que intentan desesperadamente remediar con deuda la falta de ingresos. La peor deuda fue un préstamo de 42 millones contratado con el Chase National Bank en 1932 para financiar azúcares segregados y no vendidos en un fútil intento de estabilizar el precio del azúcar que había descendido de un promedio de 5 centavos por libra en 1923 a 0.57 cts. por libra en 1932.

Quiere decir que la enmienda se violó por los mismos Estados Unidos que no solo hicieron caso omiso de la cláusula de la deuda externa sino que la toleraron en su propia banca. Y no había forma en 1932 de decir que esa deuda caía dentro de la capacidad de endeudamiento de Cuba.

En esas circunstancias arribó a Cuba Sumner Welles, conocido por los cubanos con el remoquete del "maniquí" dado su impecable atuendo.

Sumner Welles había desempeñado algunos cargos diplomáticos en América Latina y había visitado a Cuba en breves misiones en el pasado. Pasaba por "experto" y, además, se lo creía. En su descargo habría que decir que lo enviaron en misión imposible, o sea, sacar a Machado a las buenas en el medio de una crisis económica terrible. Y encima de esto con un conocimiento nulo de la situación.

Welles empezó por intentar convencer al Congreso, que servilmente había modificado la Constitución de 1901 y votado a Machado la prórroga de poderes, que buscase una "solución constitucional" y recortase el mandato así conferido. Idea poco brillante cuyo desenlace fue previsible. Después de infinitas maniobras y peripecias se llegó a convencer al jefe del ejército, General Alberto Herrera, de que aceptara la Presidencia, gestión que no fructificó por oposición de parte de la oficialidad. Machado mientras tanto decidió largarse y Welles apoyó a Carlos Manuel de Céspedes, hijo del libertador, diplomático y persona estimable, que gozaba de prestigio en Washington donde había fungido como embajador de Cuba. Pero había vivido demasiado tiempo fuera de Cuba y no estaba al tanto del ambiente. Duró exactamente 23 días, del 12 de agosto al 4 de septiembre, fecha en que se le exigió la renuncia por una revolución que entregó el poder primero a una pentarquía (junta de cinco gobernantes) que después pasó el poder a Grau San Martín.

Ese gobierno, a velocidad de la luz, generó en unos pocos meses una cantidad sorprendente de legislación que cambió por completo la faz del entramado social cubano y situó al país en cuanto a protecciones al trabajo en cotas bastante más altas que las del paradigma norteamericano. Todo lo cual indica la profundidad de las corrientes de pensamiento social que existían durante ese período y que Mr. Welles ni siquiera se imaginaba.

Dato interesante, el censo de 1931 arrojó que el 71.7% de la población de Cuba estaba alfabetizada. (Pero todavía oímos la cantaleta de la "masiva" alfabetización "castrista.")

Un amigo me recordó hace poco una frase feliz de un viejo político cubano que decía que en Cuba había que conocer "el país, el paisaje y su paisanaje."

Welles, al igual que Root, estaba en ayunas en esas asignaturas y por eso le explotó en la cara el 4 de septiembre y lo que vino después.

¿Y qué vino? Civiles en el gobierno y militares, con Batista al frente, compartiendo el poder desde los cuarteles. Sin embargo el proceso desembocó en una gran Constitución, la de 1940, lo cual ratifica que existía esa profundidad de pensamiento que Mr. Welles no captó ni supieron comunicarle sus amigos cubanos, muchos de los cuales estaban tan "fuera de onda" que no entendían a su pueblo para nada. (Y hoy se vuelve a producir ese fenómeno.)

Y con ésto acabamos el pasado que prueba hasta la saciedad que los "sabios extranjeros" ni son tan sabios, ni tan brillantes y que además adolecen del defecto de que no viven en el país que hacen blanco de su sabiduría. Hablan, proponen y se van a recibir plácemes y premios por su "sabiduría".

¿Y después cuando las cosas cambian y sus esquemas no funcionan?

Ah hombre, sorry. Saquemos pues experiencias para el presente.

II- El Presente.

Para aconsejar es razonable pedirle al que lo hace que esté al tanto del presente cubano y sus circunstancias. La lista que sigue no es exhaustiva sino sólo un resumen de los puntos principales que deben considerarse si se pretende ser consejero y ser tomado en serio:

III- El Futuro.

Frente a esta lista parcial de hechos contundentes sería razonable esperar que el informe del CFR (y el de cualquiera que pretenda estudiar a Cuba) tomase en cuenta buena parte de estas verdades y redactase algo que diera al menos una visión de conjunto y un reconocimiento de las oportunidades y dificultades que Cuba enfrentaría en su búsqueda de la libertad.

Porque el enfoque obligado debería de ser la urgencia de lograr la libertad de Cuba, único país del hemisferio que hoy por hoy no goza de elecciones libres.

Pero no, escriben con una visión de paciencia cachazuda y se concentran en una lista de problemas específicos que les parecen de interés, sin mostrar mayor preocupación por las aspiraciones de once millones de personas hartas de una terrible tiranía.

No me parece injusto decirlo. Porque pedirle una entrevista a Castro para proponerle lo que vamos a reseñar no evidencia estar preocupados por la libertad de Cuba y sí por otros objetivos amén de un deseo protagónico de sentar pautas. Pautas que son de su coleto porque no reflejan las aspiraciones del pueblo de Cuba a quien no representan.

Tampoco hay realismo. Al hablar de problemas, se refieren por ejemplo a la necesidad de cooperación de Cuba con Estados Unidos en ciertas áreas vitales como la lucha contra las drogas y la inmigración ilegal sin siquiera aceptar lo obvio y honesto: esos problemas son claramente competencia de un estado libre y no pueden ser resueltos por una tiranía que carece de controles. Reconocerlo sería muestra de sensatez y de que están ubicados en la realidad.

Ese no es el enfoque. Sólo nos dan lugares comunes para "quedar bien" y así mencionan que es un régimen que no respeta los derechos humanos. (¡A estas alturas!) Lo cual no es óbice para que propongan una serie de medidas que garantizarían su continuidad sin exigir nada a cambio.

Volvemos pues a las andadas y a las intromisiones con pensamiento superficial, y con una óptica muy particular. Sólo que ésta es producto de un comité que no tiene ni figuras claramente dominantes, ni cuenta con el apoyo claro de un gobierno (como lo tenían las anteriormente reseñadas) aunque es de esperarse que intenten "colar" algunas de sus ideas en la formulación de una política cubana por el gobierno de Estados Unidos.

Vayamos al grano. La idea que se trasluce es clara. Ponerle un tapón a la situación y esperar a que evolucione. Quiere decir esperar a que se pueda hacer un negocio con la nomenclatura. Estilo Rusia.

Y lo increíble:

Financiar la espera con el dinero de los cubanos exiliados, los contribuyentes de Estados Unidos, y los accionistas de empresas americanas.

¿Cómo sucedería?

Un resumen de las principales medidas es revelador. Incluyo mi comentario.

Mientras todo esto ocurre se mantendrían:

En una Cuba libre, becas, contactos y mucho más sería posible y deseable pero hoy por hoy cabe preguntar:

¿ Que tiene que hacer Castro para recibir todo esto?

NADA, según el informe, pero a Castro nada le parece poco porque dice que no. Y no puede ser de otra forma pues aún la propuesta absurda de que los empresarios americanos se asocien con el gobierno que les robó, o de que los exiliados mantengan la dictadura a expensas del fisco americano y, además, se retiren allí, debilitaría su monopolio del poder. Por eso es que les dijo sin ambages a sus comensales que no iba a haber transición.

Castro rechaza de plano la lista de medidas a pesar de que le prometerían continuidad a "sus muchachos" porque ello (aunque diga lo contrario) le es indiferente cuando muera. Su objetivo es claro: no ceder nada y recibir todo lo que le den. Ha sido reiterado tantas veces que al mismo Castro le deben divertir las visitas y la insistencia.

No he hecho sino resumir los puntos principales de la propuesta que carece de solidaridad con un pueblo que sufre 42 años de dictadura ya que pasa por alto la situación y problemas puntuales del pueblo de Cuba dentro y fuera de la isla, la psicología del grupo que manda, y la muy obvia del dictador.

A pesar de ser un grupo, al igual que los anteriores "expertos individuales" cuya actuación reseñamos, no llegan ni a atisbar siquiera las corrientes que fluyen en la mente del cubano y en esa sociedad. Tal vez por ésto y por la dinámica de un grupo que redacta un informe (siempre me recuerdo aquéllo de que un camello es un caballo diseñado por un comité) las recomendaciones sean lo que son.

La falta de enfoque sobre el problema central que es libertad y libertad AHORA convierte la propuesta como las otras de antaño, en un documento egoísta y corto de vista, centrado en unos intereses específicos que no son solamente económicos. (Algunos votos particulares difieren del mensaje central en puntos casuísticos pero no lo suficiente para darle coherencia.)

La propuesta también es superficial, como a menudo suelen ser las propuestas de grupos donde la mayoría no siente un problema como tema esencial de sus vidas, pues sólo lo ven como miembros de un grupo de estudio al que dedican sólo una horas de sus atareadas agendas, que no tienen en fin, "dolor de Cuba."

Es imposible valorar lo que cada persona siente. Entre los signatarios seguramente habrá diversas vivencias y matices particulares que no podemos calibrar.

El trabajo como conjunto es lo que podemos examinar y se muestra incapaz de penetrar esa mezcla de picaresca y tragedia que es el carácter cubano, que lo mismo inventa un cuento que es capaz de un gran sacrificio, de ese carácter que arma una fiesta para matar la tristeza o que hace un chiste para esconder la amargura, de ese cubano creativo, activo, despierto y complicado que en definitiva es el objeto del estudio pues constituye la nación cubana.

El trabajo tiene un sabor de ignorar en que consiste "el país, el paisaje y su paisanaje." Y para llegar a eso hay que ser capaz de poder jugar al dominó en camiseta en la Plaza del Vapor, ocupación en la que no veo desenvolverse bien a la mayoría de los signatarios.

Porque pensar que lo que sugieren puede ocurrir con un simple pedido a Castro y la sumisa complacencia del pueblo de Cuba, en la diáspora y en la isla, es ser optimista panglosiano. Pensar que se puede "maniobrar" para hacerlo valer en alguna forma es pensar lo mismo que pensaron los "componedores" de antaño.

Lo único bueno que ha tenido la tozudez de Castro es que (por ahora) ha impedido a los innumerables componedores de bateas del mundo el meter la cuchara en Cuba y tornar a envolvernos en otro epílogo mediatizado. También ha mantenido el embargo pues este país no mantiene ninguna política por 40 años si no lo ayudan y Castro lo ha ayudado.

Me dirán entonces que debería haberse retirado el embargo hace muchos años.

Esa observación es pertinente, pero no toma en cuenta el hecho de la guerra fría y sus complicaciones, que le facilitaron a Castro el seguir con sus maniobras. Y después de treinta y tantos años de guerra fría ya no era tan fácil conseguir un resultado favorable, dado el aparato represivo y de desinformación tan monstruoso que Castro pudo organizar en ese plazo. Y ello, unido a su determinación autodefensiva de seguir con su desafío perenne a Estados Unidos y de subir las tensiones en cuanto hay distensión en puertas.

Ese aparato represivo le permitió sobrevivir unos años hasta montar su esquema corporativo/gangsteril que le da algunos años más de vida al régimen a expensas de mostrarle al pueblo de Cuba que Castro y su cuadrilla son unos canallas aprovechados. Y esa convicción era necesaria, y no se hubiera producido sin el apartheid turístico, el dólar y el embargo que lo forzó a ir por esos caminos. De modo que las cosas van por donde deben ir aunque no a la velocidad que nos gustaría.

Dada la obsesión Castrista de morir en el puesto (al igual que Franco) la única política sensata es una que lo presione y no una que lo premie. Una política sensata sería alentar la oposición interna y proclamar al mundo la verdad sobre Cuba.

Procurar en fin que la solución salga de lo mejor de Cuba y no de un "arreglo" con lo peor.

Promover un "arreglo" con lo peor demoraría la regeneración de Cuba por muchos años. Sería una intromisión y desastre de mucha mayor envergadura que los que reseñamos.

El futuro es de los cubanos de buena ley que son la inmensa mayoría a pesar de la propaganda, la represión y la confusión que ella provoca. La nacionalidad puede estar herida pero no se destruye tan fácilmente. La solución tiene que salir de la isla y cada día los síntomas de que la población despierta son mayores.

Y el embargo sirve para una cosa: para que el cambio lo produzcan los cubanos. El pueblo de Cuba tiene que sentir que esta vez lo hizo por sí mismo de la A a la Z desde el principio hasta el fin. Y el momento va a llegar porque el régimen no tiene adonde ir.

De acuerdo, hay muchos problemas e imprevistos. Muchos intereses se van a mover para mediatizar el proceso pero por el momento la faz tiránica del régimen sigue expuesta, y cada día más. Y eso es útil para el futuro.

Lo trágico sería un arreglo a lo de "aquí no ha pasado nada", "and let's do business." Ese es el arreglo del CFR y, aparte de que no tenga mucho sentido práctico, lo que hay que defender a ultranza es nuestro derecho a meter nuestra propia pata.

Porque por mucho que la metamos, seguro que no haríamos ricos al equivalente actual de los guerrilleros del 95. Y todos estos "arreglos" armados por comités extranjeros so protestas de "transición pacífica" tiran a ese pasado.

Ya nos toca producir nuestro propio cambio sin entrometidos que no sienten ni entienden a fondo nuestro problema. Para los que amamos a Cuba, éste no es un proceso que le corresponde a un grupo que ha elaborado una "política cubana" en unas cuantas sesiones. Simplemente, nadie los invitó a diseñar "a priori" lo que los cubanos deben hacer para desarrollar su país en paz y progreso. Y menos aún a intentar negociarlo con el responsable del desastre.

Si metemos la pata sea en buena hora. Ya la sacaremos a nuestra manera. Mientras tanto sigamos manteniendo nuestra posición.

No se trata de embargos, tanto como de que nos dejen en paz. Porque todos los desembarguistas extranjeros que pululan tienen una agenda y esa no es ni la libertad, ni el desarrollo integral del pueblo de Cuba.

Cuando se estudian las cambios de poder en España, Chile, Polonia, Checoeslovaquia, Hungría, Argentina, etc., se aprende mucho y se ve cuanto hay que trabajar, cuanto tienen que ceder los que detentan el poder y cuanto tienen que negociar con su pueblo y no con un comité que no eligió nadie ni representa a nadie.

Es un tema sobre el que vale la pena volver.

Ó AL 2001