DECLARACIONES DEL EMBAJADOR DE CUBA ANTE LA SANTA SEDE Y DEL CARDENAL JAIME ORTEGA ALAMINO No. 131.  Año 5.  9 de septiembre de 2005
 
Publicamos integramente la entrevista de ASCA al Sr. Embajador de Cuba ante la Santa Sede con ocasión de los 70 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y la Santa Sede,  y la respuesta de Su Eminencia el Cardenal Jaime Ortega, Arzobispo de La Habana y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
 

Entrevista de ASCA al Embajador de Cuba ante Santa Sede

(ASCA) –Ciudad del Vaticano, 3 sept. – Cuba recuerda en estos meses del 2005 los 70 años de buenas e ininterrumpidas relaciones diplomáticas con la S. Sede. Raúl Roa Kourí, 69 años, amigo desde época temprana de Ernesto Che Guevara y figura destacada de la diplomacia cubana, promueve la celebración, que culminará con la presentación en Santa María in Trastevere de la Misa Cubana ya puesta en la Plaza de la revolución de La Habana en ocasión de la visita de Juan Pablo II. Como él misma relata en el recién publicado volumen de memorias “En el torrente”, ha visto de cerca los eventos principales de la política internacional y conocido figuras que han hecho historia: de Mao a Eisenhower, Nerhu y Jruschov, Nasser, Sekou Touré, MacMillan, el Papa Juan XXIII y una serie de personalidades entre las que se halla, naturalmente, Fidel Castro.

 Raúl Roa Kourí, hijo de un revolucionario de la primera hora, Raúl Roa García, en su larga carrera diplomática ha tomado parte activa en importantes momentos de las Naciones Unidas y contribuido a la comprensión de la política exterior cubana. Ahora, al coronar su carrera diplomática, has sido enviado por Castro al Vaticano, en un momento en que los destinos de la paz internacional han hallado en el papa un defensor de primera línea y Cuba está envuelta por el ciclón de las presiones americanas enderezadas –según las expectativas de Bush y de los anticastristas de Miami- a liquidar la experiencia de la revolución socialista.

  Es en este contexto que se debe entender el sentido y relieve que Cuba desea dar a la celebración de los 70 años de relaciones diplomáticas con la S. Sede que –si bien con reservas sobre aspectos específicos de la situación cubana- no se ha alineado jamás con el frente ultrancista contra Cuba, que intenta nuevamente incluso cancelar los mitos de la revolución cubana, como el Che Guevara, devenido mito de la libertad para los jóvenes de muchos países.

  ASCA ha entrevistado a Raúl Roa Kourí, embajador de Cuba ante la s. Sede.

D –¿Siente algún embarazo en recordar a su amigo Che Guevara mientras que, en calidad de embajador, se encuentra desempeñando el rol de puente para el diálogo entre Cuba y la s. Sede?

Roa –“Ningún embarazo. Yo represento al Gobierno de Cuba que tiene relaciones con la s. Sede desde hace 70 años. Se trata de relaciones nunca interrumpidas y nunca hemos pensado interrumpir las relaciones diplomáticas con el Vaticano. Es más, esperamos profundizar estas relaciones, haciéndolas más fluidas. Especialmente en el período de la revolución victoriosa de 1959, las relaciones de Cuba con la s. Sede han sido siempre correctas.

Si bien entre 1959 y 1961 existió un problema con la jerarquía de la iglesia católica en Cuba, fueron precisamente el representante de la s. Sede en La Habana, Monseñor Cesare Zacchi, entonces Nuncio, con mi predecesor en la embajada ante la S. Sede, Luis Amado Blanco, quienes construyeron puentes entre ambas partes. Pienso que mi servicio como diplomático cubano ante la S. Sede se inscribe en esta tradición de diálogo, con el objetivo de construir puentes de mutua comprensión entre el Vaticano y el gobierno cubano. Y por tanto el hecho de que, desde muy joven, fui amigo de Che Guevara no constituye problema de ningún género para mi actual función de embajador ante la S. Sede. Che no era un dogmático ni un fanático. Revolucionario genuino preocupado por la liberación de cada hombre, no se creía un profeta ni se consideraba un santo. Cierto es que no era católico, peroo un intelectual de mente amplia, un hombre que comprendía las cosas del mundo, que se interesaba por todo, que conocía muy bien cuál era el papel de la religión en la sociedad latinoamericana e incluso en Cuba.”

D –¿Piensa que la comunión de ideales y de cultura con Che Guevara le sea de utilidad para su función como representante de su país ante la s. Sede?

Roa –“Pienso que todo lo que es positivo es siempre útil. Debo decir que cuando en 1954 conocí en México al Che, hablábamos sobre todo de literatura, de filosofía y política. Él no conocía aún a Fidel ni a Raúl Castro. Tenía, en cambio, un gran amigo cubano (Ñico López, nota de RRK) miembro del Movimiento 26 de Julio, quien después cayó en la lucha de la Sierra Maestra. Fue él quien nos presentó y, a través suyo, conocí al Che. En aquella época, Guevara no estaba ligado a la revolución cubana, pero estaba en cambio ligado a la revolución latinoamericana que no existía todavía, mas era algo que deseaba ardientemente. Igual que nosotros, que aquellos días estábamos exiliados en México. Y estaba nuestro grupo, al cual por supuesto pertenecía mi padre, Raúl Roa García, considerado importante intelectual cubano y latinoamericano, mientras que yo era un joven de 17 años. Se trataba de un grupo de exiliados latinoamericanos: había peruanos, el gran escritor venezolano Rómulo Gallegos, el poeta Andrés Eloy Blanco. Había  argentinos y muchos de otras proveniencias unidos por ideales revolucionarios. Es en el seno de este grupo que teníamos relaciones con Che, del punto de vista intelectual. Se había hecho amigo de mi padre, profesor de la Universidad de La Habana; era también profesor en México y dirigía la revista “Humanismo”. Por esta razón tenía intercambios y se encontraba con intelectuales de diversos países de América Latina. Mi conocimiento de Che nació en este contexto de férvida iniciativa intelectual.”

D- ¿En qué sentido le ha servido la experiencia de vida y de conocimiento de la revolución para hallar puntos de convergencia con la S. Sede?

Roa – “Desde el inicio, la revolución cubana ha sido una revolución nueva en el mundo. Desde sus orígenes se colocaba en la tradición revolucionaria cubana precedente, iniciada en 1868, con una etapa importante a partir de 1895. Iniciada en 1868 por Carlos Manuel de Céspedes, padre de la patria y bisabuelo del actual Monseñor Carlos M. de Céspedes. Cien años después, en 1968, Fidel castro declaraba que aquellos primeros revolucionarios “serían hoy como nosotros; y nosotros hubiéramos sido entonces como ellos”. Hay una continuidad y una novedad en esta revolución. Novedad en la continuidad. Pienso que somos continuadores del pensamiento de Carlos Manuel de Céspedes pero también de José Martí, que dirigió la lucha cubana por la independencia en 1895. Ellos dieron un contenido especial a la revolución cubana, compenetrada del humanismo de Martí y de los ideales, cercanos a la revolución francesa, de Céspedes. Estos representan la base de nuestra revolución que, más tarde, a la altura del tiempo, devino revolución socialista. Si bien yo no era comunista, siempre pensé que una revolución en el siglo XX no podía sino ser socialista. No estaba muy de acuerdo con los regímenes del este europeo puesto que no era, ni soy, estaliniano.El objetivo socialista de la revolución cubana era, a mi juicio, ineludible. Como el humanismo socialista y marxista. Porque, para un verdadero socialista, el hombre es la raíz de todo. El hombre es la esencia de la revolución. Deseamos desarrollar al hombre y los progresos en todos los campos que en el tiempo se imponen a la opinión pública deben reconocer la centralidad del hombre. Todo este patrimonio de ideas humanistas que para mi constituye la verdadera tradición de la revolución cubana, me permite hoy tener una relación cordial y una comprensión mutua con mis amigos en la Secretaría de Estado vaticana. Y puedo ciertamente comprender su pensamiento aun cuando no siempre estemos de acuerdo en todo. Cosa que por lo demás no sería posible. Yo soy socialista y la iglesia no y no combate por el socialismo. Puedo comprender esta posición de la Iglesia porque nuestra tradición cultural, ligada al pensamiento de Céspedes y Martí, es la tradición cristiana occidental, que es también la tradición de nuestro pueblo. No hay, pues, desde el punto de vista cultural, ningún obstáculo para comprendernos.”

D - ¿Ha tenido la sensación de que por la parte vaticana haya habido reservas en relación con la situación y la opción de Cuba?

Roa – “Tal vez haya habido momentos en que la posición del gobierno cubano no haya sido bien comprendida por la S. Sede, pero creo que ésta siempre ha tenido una comprensión de la revolución cubana y, ciertamente, ha tratado de comprenderla. Debo decir que el Papa Juan XXIII fue una persona muy abierta. Le conocí personalmente en 1961/1962 cuando fui a Castel Gandolfo con el embajador Luis Amado Blanco, a una audiencia. En el curso de aquel encuentro, Juan XXIII nos dijo: “Valor, Cuba”, porque él comprendía que en aquel momento lo que era importante para Cuba era la reforma agraria. Lo entendía perfectamente pues él mismo era de origen campesino y no tenía dificultad en darnos ánimo. Tampoco   el Papa Paulo VI ni   los demás pontífices tuvieron una posición contraria a la revolución cubana. La iglesia no es partidaria de la revolución pero (la S. Sede) no ha hecho una crítica preconcebida al proceso revolucionario, si bien el espacio de la iglesia católica en la isla ha sido siempre motivo de discusión entre nosotros y la S. Sede, como entre el gobierno cubano y la jerarquía católica en Cuba. Debo reconocer que las relaciones entre Cuba y la s. Sede han sido siempre correctas, si bien existan reservas mentales sobre la revolución. De hecho, no tenemos la misma posición ni la misma comprensión de la historia.”

D- ¿Cómo es posible que las relaciones entre el Gobierno Cubano y la S. Sede, que es lejana de la isla, sean mejores que las relaciones entre éste y la Iglesia cubana?

Roa – “La S. Sede tiene una visión más amplia de la historia que la iglesia católica en Cuba. Cuando digo iglesia católica en Cuba me refiero sobre todo a la jerarquía, porque debe hacerse una distinción. En general, los sacerdotes están cercanos al pueblo, en cambio algunos obispos están más bien cercanos al pueblo de Miami, a los cubanos emigrados. Y es lástima, porque creo que la Iglesia debería trabajar con el pueblo que vive en Cuba que es un pueblo revolucionario y que siempre ha apoyado la revolución. Puede que haya algunos que no estén de acuerdo, pero se trata de una minoría de cubanos. Hay en cambio algunos obispos que piensan con la mentalidad de los cubanos emigrados en Miami, conservando la mentalidad precedente a la revolución que históricamente siempre produjo cierta distancia entre la iglesia y el pueblo cubano. Durante la lucha por la independencia, la iglesia católica en Cuba estaba dominada por España y era, por tanto, anti-independentista. Luego, cuando Cuba devino república bajo la influencia neocolonial de Estados Unidos, aquella iglesia continuó al servicio de los poderes extranjeros, ligándose a los cubanos que a su vez estaban ligados al poder americano. Tras la revolución de 1959, con la cual Cuba por primera vez en su historia conquistó la plena independencia, una parte de la iglesia, sobre todo la jerarquía, no entendió la revolución. También porque en aquellos tiempos una parte de los curas españoles en la isla eran franquistas y les expulsamos, pues habían comenzado a conspirar activamente contra la revolución. Debo reconocer que hay miembros de la jerarquía y del clero que son verdaderos patriotas. Tal vez no sean socialistas, pero son patriotas y comprenden lo que ha hecho la revolución desde el punto de vista social, educativo y científico. Estos eclesiásticos están de acuerdo y no contra tal progreso. Son  críticos en otras cuestiones. Hay también sacerdotes que en general están cercanos al pueblo y en la vida práctica cotidiana no están en contraste con el poder, aunque no compartan la ideología”.

D – Usted es también amigo de Fidel Castro. ¿Le dio el Comandante en Jefe alguna recomendación especial antes de que iniciase su trabajo como representante ante la S. Sede?

Roa –“Soy amigo del Presidente Fidel Castro, pero no al nivel personal como lo era de Che Guevara. Fidel es nuestro dirigente y tengo una gran admiración por él, lo conozco perfectamente, pero decir que soy un amigo es tal vez demasiado. Tengo con él la relación de un embajador con el Jefe del Estado. Fidel Castro siempre ha recomendado desarrollar las relaciones con la S. Sede sobre la base del respeto mutuo y la cooperación. Me encomendó, en particular, saludar en su nombre con mucha cordialidad al Santo Padre Juan Pablo II, porque sentía una gran admiración por Papa Wojtyla.”

 

 

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Declaración del Sr. Cardenal Jaime Ortega Alamino, Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba

En una entrevista  concedida recientemente,  y que aparece  fechada por la agencia ASCA el pasado 3 de septiembre, el  Sr. Raúl Roa Kourí, Embajador de Cuba ante la Santa Sede, se refiere a las relaciones diplomáticas entre nuestro país y la Sede Apostólica, exaltando por un lado la postura positiva de la Santa Sede en relación  con el  gobierno de Cuba, al mismo tiempo que acusa a la jerarquía  católica cubana de haber tenido al respecto una postura contraria a la Sede  Romana para hacer caer toda la responsabilidad de las dificultades de  las relaciones Iglesia-Estado en Cuba en los obispos, ignorando cuanto corresponde al gobierno de nuestro país.
El Sr. Roa Kourí presenta al Episcopado cubano históricamente casi como una pieza estratégica de Estados Unidos en Cuba. Los obispos de Cuba estamos habituados a leer artículos periodísticos de toda especie, donde se nos tilda de “colaboracionistas con el gobierno de Castro”, de apoyar a determinado grupo o líder disidente y de otras cosas contradictorias. Esto, aunque incómodo, es posible en artículos periodísticos,  pero la insinuación  repetida por el Sr. Roa de que la Iglesia en Cuba por medio de sus obispos  ha respondido siempre a los poderes extranjeros es totalmente novedosa y gratuita,  es fantasiosa y  en boca del Embajador de Cuba  ante la Santa Sede resulta verdaderamente ultrajante.
Sus opiniones sobre los obispos cubanos y su distanciamiento de los sacerdotes son inaceptables y falsas. Sus afirmaciones en general son tan gratuitas que no es necesario argumentar para rebatirlas. El resumen apresurado de historia de Cuba hecho en la entrevista es lamentable: Antes de la independencia de Cuba la Iglesia fue anti-independentista, después de la independencia la Iglesia estuvo sometida a Estados Unidos. ¡Qué simple y qué falso! ¿Dónde deja el Embajador el Seminario San Carlos, cuna de nuestra nacionalidad? ¿En qué rincón de su mente queda el Padre Félix Varela, padre del pensamiento independentista cubano y tan opuesto como  José Martí a cualquier sumisión de Cuba a Estados Unidos?
El hecho de dividir y catalogar a los obispos cubanos en “patrióticos” y aquellos que tienen “su mente  en Miami” es insultante. Este vocabulario me parece desfasado y encuentro en él unas “resonancias chinas”, en aquello de “obispos patrióticos”, que hacen que ninguno de nosotros aceptaría ser considerado ni de un grupo ni de otro. Somos todos obispos cubanos que amamos a nuestra nación, y aunque el Sr. Embajador  intente negarlo,  servimos a nuestro pueblo y basta.
Al principio de su entrevista habló el Sr. Roa de tender puentes, me parece que sus palabras con respecto a la Iglesia en Cuba desmienten este propósito, pues sólo intentan  separar. Separar a la Iglesia en Cuba de la Santa Sede. Separar a los obispos en “patrióticos” y pro-norteamericanos. Separar a los sacerdotes de los obispos...
Esta es una vieja estrategia muy conocida de nosotros. Extraña manera de preparar el Sr. Raúl Roa Kourí los 70 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre el Estado cubano y la Iglesia Católica.  Quiera Dios que estas opiniones, que crean un clima tan desfavorable en las relaciones Iglesia-Estado en Cuba, sean el producto  de errores o  prejuicios personales y no la fundamentación o el anuncio  de una posición oficial en  relación con  la Iglesia Católica en nuestro país. Esto no me parece posible, pues contrastan sus afirmaciones con otras palabras de los más altos dirigentes cubanos que  tienden a crear un clima muy diverso. Se tornan así inoportunas, si no imprudentes las declaraciones del embajador.
En esta  entrevista, en los párrafos que se refieren a la Iglesia en Cuba,  el Embajador Roa Kourí utiliza un lenguaje irrespetuoso y a veces ofensivo, nunca   empleado antes  por ningún  embajador de Cuba ante la Santa Sede en documentos públicos. Esto constituye una desagradable sorpresa y quiero dejar  constancia  de nuestro rechazo total al contenido de sus palabras y a su estilo hiriente y nada conciliador.

 


Cardenal Jaime Ortega Alamino
Arzobispo de La Habana
Presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.

 

La Habana, 7 de septiembre de 2005.
 

 

 

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