El Proyecto de Tercera Intervención:

El Estado de Atropello.

por: Alberto Luzárraga

 

 

Este es un artículo para los congresistas, hombres de negocios y otros que juegan con el futuro de Cuba y dicen querer "ayudarla." Primero un poco de historia. Cuba ha pasado por dos intervenciones militares de Estados Unidos. La primera fue consecuencia de la guerra con España. La República en Armas representaba al pueblo pero en condiciones de rebeldía. El ejército de Estados Unidos, al ocupar Cuba a la salida de España, se encontró con un país devastado y una población sin experiencia democrática. Y se dio a la tarea de reconstruir y propiciar elecciones. Cumplió sus objetivos. Construyó, administró honradamente, creó instituciones y propició elecciones para una Asamblea Constituyente, Municipios, Congreso y Presidencia. En resumen dejó establecido un Estado de Derecho. La Enmienda Platt impuesta a los constituyentes concedió a Estados Unidos un derecho de intervención. Resultó ser la única acción que empañó este loable proceso, y fue obra del congreso y los inversionistas norteamericanos que deseaban garantías para sus negocios. Temían que un país joven, sin experiencia democrática, cayese en el desorden (La Enmienda Platt se derogó por mutuo acuerdo en 1934)

En 1906 provocamos, contra los deseos del entonces Presidente Roosevelt, la segunda intervención. Roosevelt deseaba tanto evitarla que envió a su Secretario de Guerra Mr. Taft (luego presidente) para promover una conciliación entre las facciones políticas opuestas que habían ocasionado los desórdenes y alzamientos. Empleó tres meses en ello, no tuvo éxito por nuestra tozudez, y comenzó la segunda intervención administrada no por un militar sino un político de maquinaria, Mr. Magoon, que gastó dinero a troche y moche para asegurar la paz civil. Sin embargo durante los dos años que duró la administración de Magoon el Estado de Derecho se fortaleció. Se dictaron buenas leyes redactadas por juristas cubanos, se efectuaron elecciones limpias, y se entregó el poder a un presidente debidamente electo.

De nuevo se restableció el Estado de Derecho en lo correspondiente a una república representativa. Porque en cuanto a derechos ciudadanos, en aquella lejana época de la intervención, al igual que después, había en Cuba sindicatos, habeas corpus, tribunales independientes, protección contra despojos y registros ilegales, recurso de inconstitucionalidad y toda la gama de derechos que garantiza un estado liberal.

¡Que infame regresión de valores! Hoy en día un sector del congreso americano, aliado de nuevo a inversionistas y otros intereses, no parece estar preocupado por la existencia de un Estado de Atropello a sus puertas. Y no parece tener tampoco muchos escrúpulos libertarios. ¡Increíblemente busca intervenir de manera poco sutil para mantener una tiranía que asfixia la libertad y el Estado de Derecho!

En Cuba no se han verificado elecciones en 43 años, hay cientos de miles de víctimas del régimen, incontables ciudadanos que han muerto o pasado por las cárceles por el simple "delito" de discrepar, el habeas corpus se suprimió, los derechos de propiedad son una burla, y la libertad de expresión consiste en decir, "sí, mi amo."

Para colmo, tenemos una situación laboral digna de novela de Alejandro Dumas en la que el estado se embolsa el 95% de lo que le pagan los inversionistas extranjeros por la fuerza laboral que Castro alquila desvergonzadamente. Castro viola así todas las Convenciones Internacionales del Trabajo firmadas por Cuba y por Estados Unidos y ratificadas por el congreso de este país, mientras algunos de sus miembros tranquilamente nos dicen que están "preocupados" por el pueblo de Cuba.. El turismo y la inversión extranjera no han beneficiado al pueblo sino a la nueva clase. Los Dobermans del gobierno se alimentan bien con esos fondos.

Y nuestros congresistas y sus aliados no paran en su ambición de hacerse cómplices de este despojo. Numerosos congresistas y hombres de negocios visitan y agasajan al "padrino" decrépito aspirando a ganar una porción del botín para sus mandantes. Su argumento: el embargo no funcionó y hay que probar otra cosa. Quiere decir, como no pudimos reformar al ladrón hay que unirse al latrocinio y venderle lo que necesite. Pero hay más. Castro está quebrado y para venderle hay que darle crédito. Naturalmente lo "inteligente" es lograr que el gobierno de los Estados Unidos sea el acreedor, a quien los vendedores facturarían, pasándole así la cuenta al contribuyente. Otro poco de historia para dar contraste. Durante la primera intervención se pasó la Ley Foraker que prohibía a las compañías americanas aspirar a contratas de obras públicas para así evitar la corrupción. Y el ejército no tuvo contemplaciones. El Administrador de Correos de La Habana, nombrado por el gobierno militar, fue sorprendido en malos manejos, juzgado, hallado culpable, degradado, mandado de vuelta a Estados Unidos y castigado. Esos americanos tenían un alto sentido del honor nacional.

Pues bien señores congresistas, el propósito del embargo era señalar al mundo que había ladrones que robaron a ciudadanos americanos y que amenazaron a la nación con la muerte en una catástrofe nuclear. Fue entones que surgió el embargo como una forma apropiada de sancionar a un país pequeño en vez de borrarlo del mapa, cosa que los Estados Unidos podían haber hecho a voluntad, pero que correctamente se abstuvieron de hacer.

Reformar a la pandilla dirigente no era el objetivo. Pero hoy en día la política de estos congresistas es novedosa: la pandilla no se reforma, luego usemos la pandilla. Participemos en crear un nuevo estado de cosas en el continente, el Estado de Atropello.

Ese sería el verdadero resultado: porque con los inversionistas americanos aliados a la pandilla  sin derechos ciudadanos que respetar, sin ley laboral, sin frenos ni equilibrios, las ganancias serían pingues y rápidas y mejor aún las pagaría en parte el Tío Samuel.

¿Y lo de la tiranía señores legisladores? La respuesta va implícita en vuestras acciones aunque no sean declaradas en voz alta : "Bueno, eso " evolucionaría." No todos llegamos a disfrutar de los mismos derechos al mismo tiempo. Algunos somos más iguales que otros y los experimentos sociales en otras partes son de lo más interesantes. Cuba pasaría a su lugar "apropiado'' en la división del trabajo global: ser un centro de diversión, con buen clima, placeres fáciles y salarios bajos." Es la verdad en toda su arrogancia mal disimulada.

Afortunadamente el Poder Ejecutivo tiene más sentido común y más sentido del honor de la Nación Americana. Ha anunciado que el Presidente vetará la legislación que consagraría el negocio con la pandilla. Esperemos que así sea y que el tiempo ganado lo empleen los señores congresistas en informarse de la historia y de hacer acopio de los principios que han hecho grande a este a país y que manejaron tan bien sus predecesores.

Lo que resulta monumentalmente estúpido es pensar que ese Estado de Atropello tiene futuro. Si no había en Cuba preparación y concepto de la democracia hace 100 años, hoy sobran cubanos (casi dos millones) que se han distinguido en este país y en otros, en la industria, la política y las artes y que saben de que se trata. Y también en Cuba, donde una disidencia educada ha aprendido en el sufrimiento y no se va a dejar manipular tan fácilmente como piensan los señores congresistas, sus mandantes, y sus aliados en el gobierno de Cuba. Entérense: son ustedes intervencionistas, pero no muy brillantes. Quiéranlo o no dependen de las fuerzas represivas del gobierno cubano para llevar adelante su proyecto y esos arreglos no perduran.  No van a conseguir vender sus productos y ser protegidos por los que hoy gobiernan en Cuba, para después cuando se produzca el inevitable cambio decir tranquilamente: Bien gracias, felicidades, se acabó la tiranía pero a mí que me respeten mi negocio y mis abusos, y como si tal cosa. Esa broma ya no va a funcionar en Cuba. Les salió respondona la criada totalitaria. La democrática va a ser peor. Ahora bien, si quieren ustedes que esa hazaña figure en su hoja de servicios, pues bueno, como dice el refrán, a cada uno su veneno. Los cubanos tienen muchos defectos y algunas virtudes, son muy trabajadores, imaginativos y persistentes. Entienden de que se trata y volverán una y otra vez a denunciar el abuso y a procurar que se haga justicia.

 

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