Los Amantes de las Tiranías

Por: Alberto Luzárraga

 

Hace más de dos mil años nació Cornelio Tácito el gran historiador romano autor de los famosos Anales del Imperio Romano. Una obra clásica que muestra la lucha sempiterna entre la virtud y el vicio en el gobierno. Tácito nos lega reflexiones que trascienden al tiempo y nos muestra lo que somos y lo que podemos ser si decidimos ascender moralmente o descender a la cloaca de la política sin principios.

En buena parte Tácito escribió sobre lo que vivió. Siempre me ha impresionado su exclamación “Oh homines ad servitutem promptos”. ¡Oh hombres siempre dispuestos a la servidumbre!

No era un erudito de biblioteca sino un hombre culto y experimentado en los azares de la vida. Nació entre el 54 y el 56 D.C. durante el reinado de Nerón. Caballero romano de la clase de los ‘equites’ fue notable en el foro llegando a ser pretor y eventualmente cónsul. Casó con la hija de Julio Agrícola que conquistó la gran Bretaña y fue perseguido por Domiciano, sanguinario emperador, que también se ensañó con los cristianos. Tácito pronunció el panegírico de Virgilio Rufo romano de desinterés y patriotismo admirable que rehusó el imperio que le ofrecieron las legiones de Germania a la muerte de Nerón. Disfrutó del reinado de Nerva (96-98), Trajano (98-117), y muere en la época de Adriano 117-138, se estima que en el 120 D.C.

Vio actuar a los buenos y los malos, en buenos y malos tiempos, y suya es la frase: “también en siglo de malos príncipes puede haber grandes hombres”, elogio que dedicó a su suegro en quien veía rectitud, valor y prudencia. Tres cualidades indispensables para gobernar que hoy brillan por su ausencia en el análisis de los comentaristas sobre el quehacer político.

Este breve bosquejo histórico viene a cuento para mirar no a través del prisma del tiempo presente que siempre nos confunde un tanto por su cortedad y disonancia, sino a través de nuestra realidad humana plena de miserias y grandezas.

Una realidad desagradable pero cierta es que una buena parte de la humanidad ama las tiranías y gustan de someterse. La versión hispánica de la frase de Tácito la encontramos en la frase atribuida a la chusma gaditana al regresar Fernando VII y el absolutismo. Decían, “que vivan las ‘caenas’, que nos patee”. Y ¿por qué? ¿Acaso alguien que no sea masoquista puede gustar de ser pateado?

La respuesta es que piensan que las patadas se las va a llevar otro y que ellos serán o exceptuados o ingresarán a la casta de los pateadores y serán premiados por ello. Esto es una constante histórica. Hay épocas en que esta casta de hombres anda menos activa, hay épocas en que se desata. Y lo mismo ocurre con la contrapartida, con los hombres que luchan por la libertad, por la rectitud y la prudencia en gobernar, y lo hacen con valor. Ha variado no sólo en el tiempo pero también según las regiones geográficas pero hay un peligro y una esperanza. Con las comunicaciones actuales ambas cosas pueden extenderse mundialmente.

En nuestro hemisferio occidental estamos en época de loas a las cadenas con la OEA de directora del coro. Aún los políticos no totalitarios en sus países se suman a las condenas a países como Honduras que intentas defenderse de una tiranía a la vista mientras hacen todo lo posible por contemporizar con una antigua, sanguinaria e inescrupulosa como la castrista. ¿Por qué lo hacen? ¿Piensan estar exentos o carecen de rectitud moral y de valor? ¿O será que aspiran a ingresar en un nuevo club, el de los pateadores certificados y premiados? No lo sabemos, el tiempo lo dirá, pero mientras tanto corresponde estar al lado de los que luchan por la libertad y la verdad y DIFUNDIR y apoyar su esfuerzo. Recordar que en esta época los tiranos aún no controlan todos los medios y la única forma de evitarlo es difundiendo la verdad y apoyando a los hombres buenos que surgen en tiempos malos.