Centro La Salle en La Habana

Igual que las grandes construcciones de los imperios del pasado ocultaban la miseria de sus gentes, el turismo oculta, en la actualidad, la realidad de decenas de países en el mundo. Cuba no es una excepción, y el turista puede pasarse una semana en la isla y volver a su país contando las bellezas del país, el sabor de las bebidas, el ritmo, la hermosura de las calles habaneras y la inmejorable calidad de las playas cubanas.

En medio de la situación de miseria y necesidad en la que viven los cubanos, podemos encontrar un pequeño centro a los pies de una casi derruida iglesia. En un barrio habanero alejado de todo lo que huele a turismo, los Hermanos de La Salle regentan un centro de promoción y cultura. Talleres de inglés e informática, servicio de lectura y biblioteca, apoyo sanitario a niños y ancianos… los hermanos en Cuba han sabido adaptarse a la situación, moldeando su carisma educativo a un lugar en el que la escuela es exclusivamente cuestión del gobierno, y tal vez viviendo más intensamente lo que el fundador pretendía para el instituto, "educar y formar a niños y niñas, especialmente los más pobres".

El centro se mantiene fruto de diversas aportaciones locales (las menos) y externas. De diversas organizaciones, entidades y ONGDs como PROYDE y Hombre Nuevo, Tierra Nueva; o el propio Instituto de los Hermanos, que apoyan al centro, proporcionando los recursos necesarios.

Desde el Centro La Salle se hace un constante seguimiento de las acciones que desde él se realizan. De esta forma no se "duplican" ayudas, y nadie se beneficia injustamente de los servicios.

La labor de "Hombre Nuevo, Tierra Nueva" es, pese a ser una organización pequeña, muy importante en el centro. El programa de ayuda con alimentos y/o medicinas, está sometido a un riguroso control. La colaboración llevando bolsas de medicamentos, que brindan turistas que quieran participar con la organización, es esencial para mantener este servicio del centro.

En definitiva, la labor del Centro La Salle en La Habana, hace realidad y da forma (como en tantos lugares a lo largo y ancho del planeta) al carisma lasaliano y, como no, al deber al que todas las personas estamos llamadas de colaborar, juntas, en la construcción de un mundo mejor para todos y todas.

Mario Fanjul (Asturias)








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