El Gobierno, esa Palabreja que Confunde

por: Alberto Luzarraga

 

En el marxismo o en su primo hermano, el socialismo con aspiraciones de monopolio estadista, la primera tarea a ejecutar después de atizar los odios de clase, la envidia y el gozo en el mal ajeno es esta: Convencer a la población de que un ente bondadoso y justo, el 'gobierno' va a resolver todos sus problemas y remediar todas las injusticias reales o imaginarias que existan.

El 'gobierno'. Con esas 8 letras martillea al ciudadano cansonamente y a diario, a veces con el disfraz o añadido de rótulos como la revolución, el proyecto socialista, etc. En fin de cuentas es lo mismo y comunica indirectamente una falacia muy peligrosa:

El gobierno es una entidad que existe por si misma y funciona automáticamente siempre en beneficio del pueblo.

¿Pero quien es el gobierno? ¿No es caso un grupo de hombre ejerciendo poderes? Y si son hombres, ¿No están sujetos a  los mismos defectos y pasiones que el resto de la humanidad? ¿Y no es cierto que la pasión mayor del hombre es el poder?

¿Y no es cierto que desde que el mundo es mundo, el poderoso agrupa a su alrededor a los ambiciosos y adulones que quieren medrar sin trabajar demasiado? Es decir solo ejecutando órdenes y quedándose con lo que puedan al hacerlo, o medrando en una posición cómoda que les es entregada por su fidelidad a la clase reinante.

De eso se trata, de una clase reinante pero mas reinante que ninguna pues acapara el poder sin que existan límites ni cortapisas a su gestión porque concentra en sí todos los poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. Y los delega, según le parezca al tirano en jefe, a aquellos que considere son confiables.

El ciudadano que se cree la patraña del gobierno paternalista ha hecho una cosa absurda: Entregarle la llave de su casa a un extraño para que haga con ella lo que le plazca. Y no solo su casa, su vida cotidiana, el futuro de su familia, la educación de sus hijos en fin todo aquello mas amado por el ser humano: sus afectos, sus sueños, sus proyectos de futuro.

Pues sí, es el gobierno pero en el hay hombres que mandan, y sin límites claros al poder dicha palabra solo esconde una nueva esclavitud y sus capataces. Y lo peor es que con el transcurso del tiempo los que nacen en la esclavitud se resignan a su suerte o calculan que es mejor no rebelarse y obedecer al capataz o hacer que se obedece y trabajar lo menos posible y llevarse todo lo que puedan.

Por ello las economías marxistas no funcionan. Entre los vivos que medaran, los que se hacen los tontos para trabajar menos, y los que se llevan lo que pueden no queda mucho por hacer excepto fracasar y hablar de que la culpa de todo la tiene otro. Ese es el discurso socialista de los que no quieren soltar el poder de ninguna forma. La culpa la tiene el totí y el totí se llama lo que me convenga.

Por dejarse llevar por ilusiones o pasiones se pierde la libertad. Y en muchos países todo empezó por no pensar en lo que existe tras una palabreja que disfrazaba las intenciones.