El camino republicano.
Por Luife Galeano.
Cuando quiso justificar por qué un libro sobre la
tercera república, su autor señaló una tríada de razones. En ella se
encontraban tanto la añoranza como el temor y, cual caja de Pandora, al
final la esperanza. Así nos lo hizo llegar el Dr. Alberto Luzárraga,
eminente abogado y economista cubano durante la presentación de su libro
‘Diálogo de la 3ª República’ el pasado lunes día 14 de junio en la Fundación
Hispano Cubana.
Añoranza, nos explicó, porque cuando viajaba al exterior y comprobaba lo que
había dejado en Cuba, no llegaba a explicarse cómo había caído tan bajo el
país. Temor, porque los cubanos tendrán que enfrentarse a problemas de muy
difícil solución cuando llegue la hora de hacer una transición hacia la
democracia a partir de un Estado hipertrofiado. Pero de la misma forma en
que en cada nube siempre hay una línea resplandeciente, el Dr. Luzárraga
considera que se siente esperanzado porque a lo largo de estos cincuenta
años de exilio, ha logrado comprobar que cuando un cubano sale del pozo
tenebroso en el que se encuentra la isla siempre ha salido adelante. Es
decir, existe un futuro diamantino —especie de diamante del Capitolio— que
presidirá sobre los salones de los pasos perdidos de los ciudadanos que
sacarán a la isla de su obtusa oscuridad.
La presentación de tan interesante libro fue introducida por
el Dr. Eduardo Vidal el cual nos glosó cómo la diestra ejecutoria del
pensamiento autorizado del ponente es lectura obligada para que el pueblo de
Cuba vuelva a convertirse en una Nación.
Y así lo menciona en el libro que nos ocupa; una guía de ciudadanía
responsable que nos desgrana los principios de un estado de derecho y la
vida en sociedad. El cubano de la futura Cuba va a ser un individuo muy
distinto al actual y requerirá contemplar estos conceptos desde una nueva
óptica. Ello implica no sólo el considerarse como un ciudadano de un
territorio que trasciende la insularidad geográfica —muchos de ellos, si no
nacidos, han vivido más tiempo fuera que dentro de la isla—, sino un pueblo
multilingüe y que tendrá que restañar las antiguas tradiciones heridas y
maltrechas por el mito del hombre nuevo e incorporar aquellas adquiridas en
su largo peregrinar por los años de la dictadura.
Es verdad y coincido con el temor del Dr. Luzárraga. No tenemos los
cubanos un camino fácil de abordar ante nuestros ojos. Son muchas las
carencias y las malas costumbres que nos han ido deteriorando. La suerte es
que con libros como ‘Diálogos de la 3ª República’ el camino se nos allana
gracias al estilo directo de su autor y el cuidado puesto al explicar los
conceptos más complejos.
Asimismo, el libro contiene, para deleite y disfrute del estudioso ávido de
conocimientos, ingentes referencias al padre Félix Varela; profético
catedrático constitucionalista que ya en 1821 sentó las bases morales que
forjaron la actitud y el compromiso de la entonces incipiente sociedad
cubana.
También pone el énfasis en el análisis comparativo de las constituciones de
1901 y 1940 con breves referencias a la actual constitución castrista. El
Dr. Luzárraga ha preferido basarse en las dos constituyentes votadas en
asambleas y no recorrer los múltiples textos constitucionales que desde 1812
han proliferado en nuestra nación. A tal punto que considera que la
Constitución de 1901 marca la 1ª República y la de 1940 la 2ª República. En
ese sentido, la 3ª República sería aquella que emanase de la nueva
constitución a redactar en los albores de la próxima democracia y que espera
se base en estos diálogos que hoy nos presenta como guía de buen gobierno
ciudadano.
Tampoco el Dr. Luzárraga ha querido cerrar su libro sin ofrecernos su visión
de toda una serie de principios fundamentales sobre los que se basaría la
razón de la nueva nación cubana. Conceptos tales como ‘sin familia no hay
nación’ o ‘sin trabajo no hay riqueza’ son dos importantes baluartes, el
semema, de tan interesante manuscrito; aparte de muchos otros que entrelazan
los distintos capítulos y que dotan de una coherencia extraordinaria a toda
su obra.
Por último, no podían faltar los capítulos relativos a las relaciones entre
los poderes del Estado en los que, tras analizar la interacción entre ellos
cual Montesquieu moderno, profundiza de manera particular en el Poder
Judicial y del Tribunal Constitucional. No es de extrañar su afán dada la
carencia de una judicatura que durante cincuenta años no se ha dedicado más
que a hacer justicia a los adeptos al régimen.
En resumen, ‘Diálogos de la 3ª República’ es un libro de lectura obligada
para todos los cubanos que sirve tanto de guía de actuación como de fuente
de saber; en especial para nuestros compatriotas que sufren en la isla y que
durante tanto tiempo se han visto privados de unas enseñanzas que no hacen
distingos. Estoy convencido de que este libro se convertirá en el artífice
que nos reencauce en la senda de la Libertad y la Democracia.
Me comentó en un aparte su esposa, la Sra. Luzárraga, que el libro ha
llegado a distribuirse clandestino en Cuba; una gran razón para que esa
esperanza oculta en el fondo de la caja de Pandora se disperse con la fuerza
de las palabras de este excelente autor.
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