LOS CRIMENES CONTRA LA INFANCIA DEL CASTROFASCISMO

Por Máximo Tomás
Redacción - Infosearch:
José F. Sánchez - Dept. de Investigaciones
La Nueva Cuba
 

Todo el sistema cubano de educación está estructurado en servir el propósito de convertir a los niños en instrumentos cuya lealtad absoluta no será a su padres, ni a su familia, ni siquiera a la tierra que los vio nacer, sino al Caudillo que ha gobernado a Cuba por casi medio siglo y que demanda irrestricta, constante y perpetua obediencia tal y como se plasma en la clásica consigna: "Donde quiera, donde sea y para lo que sea: ¡Comandante en Jefe Ordene!".

Se trata de formar a los niños, desde la más tierna infancia, en el credo cheguevarista: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar” (Mensaje a la Tricontinental, abril 1967).

Por décadas, los niños cubanos ha sido forzados a participar en los pogroms orquestado por la tiranía y a los que llama "actos de repudio". Los mismos se dirigen contra adultos e incluso contra sus propios compañeritos de escuela. Los niños cubanos han sido testigos de la violencia ejercida por las turbas contra quienes se atrevan a disentir o se opongan al dictador vitalicio de Cuba.

Por supuesto, ninguna organización internacional afiliada a las Naciones Unidas, o de aquellas preocupadas por la infancia jamás han denunciado los crímenes del Castrofascismo contra la Infancia.

En estos días, la maquinaria mediática de propaganda de la dictadura más antigua del planeta ha publicado un reportaje que permite conocer -aunque sea sólo parcialmente- la magnitud monstruosa de uno de los rararamente analizados e inadvertidos crímenes de la tiranía castro-fascista: la manipulación y utilización política de la niñez en Cuba.

Así describe uno de los amanuenses del régimen a uno de estos niños, víctimas de la más denigrante de las explotaciones y manipulaciones emocionales:

"Su voz suena apagada, ronca, como la de una persona de mucha más edad. Pero en realidad tiene solo diez años. Se llama Leonel Montoro Rodríguez y estudia el quinto grado en la escuela capitalina Antonio Bachiller y Morales.

Leonel es uno de los tantos niños que en la madrugada de este martes tomaron por asalto la Tribuna Antiimperialista José Martí, para desde allí animar la marcha con consignas que corearon miles de participantes.

'Es la segunda vez que hago de arengador, pero en esta perdí la voz. Me emocioné mucho. Imagínese, mientras más la gente cantaba las consignas, más gritaba yo para que no se perdiera la emotividad', explica el niño.

'Es una tarea difícil. Uno sabe que si no tiene la ‘chispa’ encendida todo el tiempo, posiblemente la gente desfile en silencio, y así la marcha no sería lo mismo”, manifiesta Leonel."

El Castrismo no es un movimiento ideológico, sino un método de control poblacional, que no sólo se limita a ser extremadamente efectivo; carece absolutamente de alma, Hablamos de lo que se trata, hablamos de una excelente caja de herramientas de control político y social.

Aunque durante décadas el discurso oficial en la Isla declaró su credo como marxista-lenninista, incluso muchos de los propios comunistas ortodoxos se han apresurado a poner distancia suficiente del "experimento cubano". Basta una autopsia mínima de su estructura sustancial; lo forense revela una inescrupulosa amoralidad ideológica y una deslealtad a los principios que tácticamente dice adoptar; se trata de un fenómeno único que raya en lo inverosímil.

En realidad el Castrismo es un modelo híbrido de totalitarismo, más cercano al fascismo que al maoismo o al estalinismo. El lenguaje, los métodos de control poblacional, la utilización del terror sistemático, pero dosificado, la intensa, histriónica escenografía y coreografía de sus mecanismos de propaganda, sus consignas, el aguzado pragmatismo de sus estrategias y tácticas y su sorprendente capacidad de supervivencia y adaptación, le permiten una extraordinaria flexibilidad.

Esa "flexibilidad" se hace posible gracias a su divorcio absoluto de toda línea dogmática, que se manifiesta en la facilidad conque le vemos asociarse tanto al capitalismo transnacional y globalista, como encabezar la Internacional Globalista del Terror, preconizar la guerra asimétrica, servir de madriguera a la ETA y al IRA, lanzar una campaña "contra el terrorismo", vincularse a los narcotraficantes, lavar su dinero, entrenar a la narco-guerrilla, y en la década de los años 80, lanzar napalm sobre los guerrilleros marxistas en Eritrea y custodiar los pozos petroleros de la Chevron durante la guerra de Angola.

Y prosigue el reportaje de la maquinaria mediática sobre la participación de los niños cubanos en las tareas asignadas por el régimen:

"Otra joven que desde horas bien tempranas de este martes subió hasta la tribuna para estimular el fervor de los capitalinos durante su desfile, fue Gabriela Castellanos Lemus, estudiante de la Escuela Secundaria José Miguel Pérez Pérez.

“Desde las cuatro de la mañana estábamos listos para empezar a cumplir la encomienda, dice Gabriela, de 14 años de edad."

A simple vista se nota que el sol fue implacable con el rostro de Patricia Flechilla Frómeta. Su voz también suena irregular. Pero no hay que preocuparse. Está acostumbrada a estos trajines. Tiene 15 años y ha participado en más de 20 Tribunas Antiimperialistas y varias marchas similares a la de este martes 24 de enero.

—Se puede decir que eres una veterana en estos desfiles. Cuéntame qué viste de especial en este. ¿Qué se siente al tener la responsabilidad de anunciar las consignas en una marcha tan importante?

—Nuestra misión es entusiasmar a los manifestantes a corear las consignas concebidas y algunas que se nos ocurran. “Los cubanos somos muy entusiastas. Basta con que uno diga una frase con energía, y cientos la repiten rápidamente como si fuera un número musical ensayado mil veces.

Hasta aquí el reportaje, que habla por sí mismo. Separados de sus familias por la obediencia al régimen, se espera que la única lealtad de estos niños se deba al Caudillo y sus agendas de turno.


 

 

 

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