Realidad y ficción tras la muerte de Castro

Posted on Sun, Feb. 05, 2006

 

RUI FERREIRA
El Nuevo Herald

''Compañeros, Fidel ha pasado a la eternidad''. Con esta frase de ''Raúl Castro'', comenzó la primera reunión de un comité restricto del buró político cubano, una hora después de la ''desaparición'' del gobernante cubano.

De inmediato, durante hora y media, ochos miembros de la principal instancia política comunista cubana cruzarán sables en busca de asegurar su quiñón de poder, evitar el ''desmerengamiento'' del poder revolucionario, garantizar la seguridad pública, pero sobre todo, realizar una rápida sucesión de caras a una larga transición donde se busca rescatar a la juventud, alejada de la cúpula del poder.

El escenario es, naturalmente, una ficción. Pero fue recreado este viernes por la noche en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami, por ocho académicos de la institución, entre ellos tres ex funcionarios del régimen cubano.

''No es el escenario que deseamos, pero es posible. Y es importante que la comunidad exiliada entienda que esto puede suceder, porque si eso no ocurre han perdido todos estos años. Hay que prepararse para el peor escenario posible'', dijo el director de la institución, Jaime Suchlicki, quien jugó el papel del ''general Alvaro López Miera'', jefe del estado mayor del ejército, ''promovido'' en esa primera reunión a ``ministro de Defensa''.

Según este escenario, ''Raúl Castro'', representado por Brian Latell, ex director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para Latinoamérica y especializado en asuntos cubanos, se enfrenta a una sangrienta revuelta en la oriental ciudad de Guantánamo, duda sobre cómo asegurar a la población que está en control de la situación y recibe un ''inusual'' pedido del gobierno estadounidense.

''En estos momentos tenemos que dar un sentido al pueblo, hay que tranquilizarlo y hacerle saber que los cambios sociales y económicos son inminentes'', dijo ``Raúl Castro''.

Estas palabras dividen de inmediato al grupo. Por un lado, gente como el presidente del Parlamento Ricardo Alarcón, el ministro de Cultura Abel Prieto, el vicepresidente Carlos Lage y la ministra de la Industria Básica Yadira García, abogan por entregar a la población más artículos de consumo, aumentar la participación externa en la economía local y permitir un mayor aperturismo político.

Pero las propuestas son rechazadas tajantemente por el ministro del Interior Abelardo Colomé Ibarra y López Miera, el ''nuevo'' ministro de Defensa, con el argumento de que pudiera conducir a una nueva ''perestroika'' con ''consecuencias fatales para nuestro proceso político'', como ''argumentó'' el último.

Cuando ''estalla'' una revuelta en Guantánamo donde, según ''las primeras informaciones'', las autoridades militares están a la defensiva frente a una población iracunda y deseosa de ''venganza'', los dos generales ''proponen'' el desencadenar de una represión total recurriendo al uso de blindados y tropas de choque.

Pero ''Castro'' se opone. ''No quiero que se dispare contra la población. Hacerlo sería el inicio del fin de mi gobierno'', dijo. Al final, acuerdan que el ''nuevo'' jefe de Estado viajará a la ciudad oriental para calmar lo ánimos, ``como Fidel hizo en 1994 durante el Maleconazo''.

En medio de conclave surge una ''sorpresa''. El gobierno estadounidense propone el envío de una delegación de ''alto nivel'' a los funerales y como sería de esperar las opiniones están divididas. En este caso, curiosamente, ''Alarcón'' se opone a recibirla y se ''alinea'' con los militares.

''Con esta administración Bush, ultra conservadora que siempre nos ha hostilizado, no queremos ni debemos tener nada'', dijo.

''Raúl'' le pide un consejo a ''Lage'' y éste le sugiere que de todos modos ''hay que escuchar a los americanos''. ''Raúl'' decide entonces aceptar el pedido, pero encarga a ''Lage'' que los reciba y advierte que ``yo no voy a verlos, lo harás tú''.

Este detalle provocó una pequeña polémica en el debate con el público, a tal punto que el coordinador de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, Stephen McFarland, se sintió en la necesidad de aclarar a los presentes que en una administración del presidente Bush es ''muy poco probable'' que se envíe una delegación a los posibles funerales.

Esta simulación de la Universidad de Miami, no pasó desapercibida en el Capitolio. Para el congresista republicano Lincoln Díaz-Balart, ``ni es útil ni vale la pena''.

''Lo que sí sería útil analizar son las formas de presión y los otros factores que conducen a que funcionarios de una dictadura permitan una apertura democrática tras la muerte del dictador, como sucedió en España tras la muerte de Franco, o en República Dominicana tras la muerte de Trujillo'', dijo el congresista.

Es más, añadió, ``ejercicios como éste, si algo es que ofrecen, son justificaciones académicas para que no haya presión para una transición democrática sobre los funcionarios de la dictadura tras la muerte del dictador''.