¿Un Putinismo castrista?

 
WSJ September 23, 2013, 12:02 a.m. ET

 

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  • MARY O'GRADY

La columna de opinión que Vladimir Putin escribió para el New York Times no tuvo una gran acogida entre los estadounidenses. El presidente ruso, sin embargo, tiene admiradores en otros países. Se dice, por ejemplo, que algunos miembros de las fuerzas armadas cubanas estarían estudiando el "putinismo". Los posibles inversionistas extranjeros deberían tomar nota.

Desde el triunfo de la revolución gloriosa de Fidel Castro en 1959, Cuba ha necesitado un benefactor. La Unión Soviética cumplió ese papel hasta su colapso, a inicios de los 90. Cuba recibió otro salvavidas tras la elección de Hugo Chávez como presidente de Venezuela en 1998, quien comenzó a proveer a la isla con petróleo barato como política de Estado.

Incluso así, las vidas de los cubanos están llenas de privaciones. Además, los problemas fiscales de Venezuela van en aumento, lo que pone en riesgo los subsidios petroleros.

La pobreza revolucionaria no es nada nuevo. Pero los mandamases del régimen en La Habana temen que Raúl Castro enfrente serios disturbios sociales tras el fallecimiento de su hermano Fidel, que tiene 87 años y una salud frágil. Su reto es encontrar formas de alimentar a la isla sin ceder el poder, lo que podría ser fatal para algunos de ellos.

El modelo de Putin ofrece una salida. Permite realizar elecciones nominales en las que la oposición obtiene algunos escaños en el Parlamento. En el frente económico, Putin ha creado un cuadro leal de oligarcas que hacen negocios con los extranjeros.

El ex operador de la KGB puede decir que Rusia ya no es moldeada por la ideología comunista. Sin embargo, tras bambalinas, el putinismo combina el control político autoritario y el capitalismo de amigos para conseguir un férreo dominio del poder.

 

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Associated Press

El presidente ruso Vladimir Putin (der.) junto al presidente cubano Raul Castro, durante una reunión en Moscú en julio de 2012.

En un ensayo escrito en Rusia y publicado en abril de 2012, el economista Deepak Lal describió esta mezcla de ganancias para los políticamente correctos y represión para el resto. El artículo, publicado en el diario indio Business Standard explicó que "la acumulación tradicional de ganancias ha sido criminalizada". Lal aludió al trabajo del abogado ruso Vladimir Radchenko y escribió que "hay tres millones de pequeños y medianos empresarios en la cárcel por crímenes económicos".

Putin estaría, según algunos, planeando formar su propia guardia nacional, escribió Lal. El Servicio Federal de Seguridad está más interesado en gestionar empresas que en perseguir a los disidentes y los rufianes contratados para hacer esa labor son poco confiables. Lal también describe brevemente la renovada alianza entre el Estado y la Iglesia Ortodoxa.

La visita este mes a las oficinas de The Wall Street Journal en Nueva York de Jorge Luis García Pérez Antúnez, un ex prisionero político cubano, me recordó los paralelos entre la Rusia de Putin y las promesas castristas. Este afro-cubano de 48 años, que pasó 17 años en las cárceles del régimen, cataloga las supuestas reformas económicas y políticas como un "fraude".

Antúnez caracteriza la oposición al régimen como generalizada y creciente. No es más visible, asegura, debido a que la "cultura del miedo", sigue siendo intensa. Los informes independientes desde la isla indican que las detenciones y los asaltos violentos contra los grupos opositores han ido en aumento.

Cuba, al igual que Rusia, ya no puede depender de las fuerzas armadas para controlar a los detractores del gobierno. Están ocupados administrando lucrativos negocios de turismo, ventas minoristas, fabricación de cigarros y viajes aéreos. Los Castro también parecen tener una relación "a la Putin" con la Iglesia. El papa Benedicto se reunió con los Castro durante su visita de 2012, mientras que los disidentes que pedían una audiencia con el pontífice eran enviados a la cárcel.

Antúnez dice que permitir que los cubanos gestionen microempresas no está reduciendo la pobreza. Tal vez la razón sea que cuando los emprendedores han sido exitosos durante períodos anteriores de liberalización, el régimen los ha acusado del crimen de enriquecimiento ilícito.

Los inversionistas extranjeros a veces no parecen correr mejor suerte. En una carta enviada a la revista Economist fechada el 13 de agosto, el empresario británico Stephen Purvis, un ex socio de negocios del régimen, describió las circunstancias en torno a su encarcelamiento en Cuba durante 15 meses, entre 2011 y 2012.

Purvis dice que fue "acusado de muchas cosas, comenzando con la revelación de secretos de Estado", pero, al final de cuentas, fue sentenciado por "violaciones de las regulaciones financieras", a pesar de que el banco central cubano "había aprobado específicamente las transacciones en cuestión durante 12 años".

Estuvo en prisión con "un puñado" de otros hombres de negocios extranjeros y sostiene que "hay muchos más en el sistema de lo que se cree". A unos pocos se les acusa de corrupción, escribió, pero muchos afrontan cargos de "sabotaje, perjuicio a la economía, evasión de impuestos y actividad económica ilegal".

A los que no vio en la cárcel fueron los empresarios de Brasil, Venezuela y China en la isla. "¿Por qué está en prisión el representante de Ericsson por exactamente las mismas actividades que su competidor chino, que no lo está?", preguntó. Los extranjeros que hacen negocios en Rusia han descrito reglas de juego similarmente arriesgadas.

En mayo, el disidente cubano Guillermo Fariñas, quien dice tener contacto con una serie de militares cubanos que fueron compañeros de colegio, le indicó al Miami Herald que están estudiando el "putinismo" para prepararse para una transición. "No quieren correr la misma suerte que los seguidores de Gadafi", aseveró.

El modelo de Putin puede ser la forma de evitar esa suerte. Pero dista mucho de ser un plan para liberar a Cuba.

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